lunes, 7 de enero de 2019

Comentario parte II - El tío Petros y la conjetura de Goldbach

De esta segunda parte, en la que se describe la vida de Petros, tengo que decir que me ha parecido bastante triste, porque no termino de entender como alguien, en este caso Petros, puede tener tanta obsesión, afición, o llamémoslo como queramos, por algo hasta el punto de dedicarse plenamente a ello, sinceramente me parece surrealista que su vida se basase durante tantos años en demostrar dicha conjetura aislado de todo y de todos (a excepción de los años en los que se distraía con el ajedrez), a mi sin duda sería una vida que no me gustaría llevar. Además como bien se decía en el libro, sus años más felices eran aquellos en los que disfrutaba impartiendo clases, relacionándose con Hardy y Littlewood..., y no los que pasaba aislado.

Dejando a un lado ese tema, algo muy curioso que daban a entender en algunas ocasiones es que tratan a los números de una manera peculiar, como si tuvieran personalidad, como si fueran personas además de comentar que hay modas matemáticas, lo cual ni se me había pasado por la cabeza.
Dos de las frases que más me han gustado y que pienso que pueden aportar sentimientos positivos si te paras a pensarlas son las siguientes:

"Más vale pájaro en mano que ciento volando, (y mientras yo perseguía a los cien, perdí el que tenía...)"

"Las grandes verdades de la vida son simples"

Estoy totalmente de acuerdo con ambas.
Hay algo que me parece muy curioso, y es que después de tantas horas, días y años de dedicación por parte de Petros a la conjetura de Goldbach, ¿no llegó a plantearse en ningún momento que puede que la verdad no sea demostrable? Es muy raro que solo lo advirtiera cuando fue probado por Gödel.
 
Por último, al ponerme en el lugar del sobrino tras saber la historia de Petros, mi reacción habría sido parecida, aunque él lleve la razón, es normal que se enfade cuando te dicen que no vales para aquello a lo que te gustaría dedicarte.

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